"VIGOREXIA, LA ENFERMEDAD DEL GIMNASIO"
- Patricio Patiño
- 8 ene 2015
- 4 Min. de lectura
JUAN CASTILLO LÓPEZ @JuanCienciaRM
Es un hecho que todo en exceso es malo, pues “el veneno lo hace la dosis”. Si ingerimos una milésima de mililitro de cloro en 50 mililitros de agua, no se padecerá de daños pues el sistema digestivo puede diluir la sustancia en sus jugos gástricos. Sin embargo, si consumimos alcohol de caña sin destilar, en cantidades exageradas (variando el número en función del metabolismo del sujeto), quizá mayores a 2 litros, nuestro cuerpo no toleraría la intoxicación y probablemente moriríamos.
Esto es, la naturaleza nos dice que a grandes dosis de cierta sustancia o energía, el resultado puede ser fatal para quien sea víctima del efecto. De dicha forma, podemos entender que hasta la más inocente planta de nuestro patio podría intoxicarnos si la ingerimos discriminadamente en nuestro té de cada merienda. O que nuestro cuerpo podría ceder ante el abuso de la intensa actividad física. Este es un problema de salud pública, que se conoce como: “vigorexia”. ¿En qué consiste? A pesar de no ser plenamente reconocido por la comunidad médica internacional, la vigorexia corresponde a un complejo psicológico que padecen, por lo general varones sobre sus hábitos alimenticios y deportistas. El que lo padece, se ve a sí mismo necesariamente sin musculatura, débil. Y se obliga a llevar una dieta estricta mientras se ejercita exageradamente. La combinación de ambos factores y el historial clínico de la persona, es la causa de enfermedades metabólicas, como la anemia o la diabetes.
El carácter de comportamiento anormal en quien padece vigorexia, es lo que le ha adjudicado el nombre de “Complejo de Adonis”. Adonis fue una figura mítica de la Grecia Antigua, el cuál se decía tenía la figura masculina “más perfecta jamás hecha”, al punto en el que incluso Afrodita, diosa de la belleza femenina, quedó flechada ante él. Es probable que sea más visible, a ojos del lector, que el nombre “vigorexia” se relacione con aquel otro tipo de mal hábito alimenticio llamado “anorexia”; hábito de trastorno alimenticio en el que el sujeto que la padece se ve a sí mismo necesariamente gordo, y se obliga a dejar de alimentarse adecuadamente; mal que se suele adoptar junto a la “bulimia”, el hábito de obligarse a expulsar los alimentos luego de haberse ingerido para no obtener sus nutrientes.

Otros nombres que se le ha dado a la vigorexia, son: “dismorfia muscular” (lo cual puede resultar ambiguo; pues puede referir a la malformación o atrofio de los músculos, lo cual sólo sucede si el sujeto abusa del consumo de suplementos para aumentar la masa muscular, y este no es el caso general de quien padece “vigorexia”) y “anorexia nerviosa inversa” (nombre que al parecer, se explica por sí mismo si hemos entendido ya el significado de “anorexia”).
Como puede observarse en la anterior descripción, estamos ante una enfermedad de origen psicológico, que tiene como arma destructiva, al nerviosismo o ansiedad. Dice la revista Psychological Medicine (vol. 36, p. 877) que alrededor del 2% de la población mundial del siglo XXI, padece rasgos del “trastorno dismórfico corporal” (TDC); el cuál se reconoce como la tendencia a reconocer la imagen corporal individual, como defectuosa parcial o totalmente. Lo que genera síndromes de ansiedad, nerviosismo y depresión. De manera más general, se estima que alrededor del 20% de la población padece de ansiedad y por ende trastornos a la salud. Estos trastornos son una invitación a adoptar malos hábitos, los cuales a su vez son la causa más definitiva de las enfermedades más comunes (el resfriado común, la obesidad, la diabetes, la anemia, la intoxicación, etc). Pero de estás, pocos casos son mortales en muestras grandes de individuos en plazos cortos de tiempo. Más bien, la muerte originada por un trastorno psicológico suele ser definitiva tras tiempos relativamente largos. Es decir; acortan la vida de quien lo padece.
El reducir nuestro tiempo de vida, a costa de un mal hábito psicológico pareciese una pena, siendo que el ser humano tiene una expectativa de vida (en la era moderna; es decir, luego del siglo XX) de más de 110 años, siendo el mamífero de mayor longevidad (según los World Guinness Records). A su vez la OMS (Organización Mundial de la Salud) indica, por su estadística del 2008, que los desórdenes alimenticios provocan 3.8 millones de muertes anuales. Siendo menor que aquellas muertes producidas por el consumo de tabaco (5 millones) y mayor a los decesos por enfermedades de transmisión sexual (3 millones). Todas ellas, causas de muerte prevenibles, al ser hábitos adoptados por el individuo.
El percance sanitario de la vigorexia, junto con el de los demás trastornos alimenticios, es un problema que debiera ser respondido por los sectores económicos y de la administración pública de cada país; ya que el estilo de vida al que se le empuja a un individuo de hoy en día (basado en amplios horarios de trabajo, en el consumo de alimentos “chatarra” y el abuso en el uso de sustancias estupefacientes, o aparatos electrónicos) es un conjunto de hábitos poco benéficos para el estado de salud del individuo. Se ha dicho que una manzana al día puede alejarnos del médico, lo cual es relativamente cierto, pues este fruto contiene compuestos que ayudan a reducir el colesterol excesivo del organismo; sin embargo no es suficiente.
Para mantenernos fuera de la sala de urgencias, conviene adoptar hábitos que ayuden a mejorar el funcionamiento de nuestra maquinaria orgánica. Desde dormir y alimentarse bien, hasta procurar responsabilidad en la actividad sexual, una manzana al día puede ayudarnos a vivir, “si bien nos va” más de cien años.