"ALEJANDRO VI: EL PAPA BORGIA"
- Patricio Patiño
- 29 dic 2014
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REDACCIÓN METRÓPOLI
Los Borja (en italiano Borgia) fueron parte de la Casa nobiliaria romana convertida por la leyenda en prototipo de corrupción, nepotismo, ambición y falta de escrúpulos. De hecho actuaron buscando el poder y la riqueza como otras familias del Renacimiento con las que rivalizaron; fue el hecho de ser extranjeros y de haber roto el monopolio de la aristocracia italiana sobre la corte papal lo que les granjeó muchos y poderosos enemigos. Originarios de Aragón, aparecen establecidos en el Reino de Valencia desde el siglo XIII.
En el cónclave de 1492, fue elegido Papa Rodrigo Borja consiguiendo su ascenso dentro de la estructura de la Iglesia Católica gracias a su relación con el papa Calixto III, de quien era sobrino. Una vez electo, desencadenó y se involucró en decenas de situaciones políticas, envuelto en intrigas y en las tormentosas y traicioneras relaciones entre los poderes internacionales, buscó a través de alianzas políticas y conspiraciones hacer que su familia se consolidase dentro de la nobleza italiana y acrecentar en toda posible ocasión su poderío, tarea que emprendió en conjunto con sus hijos, Juan, César, Lucrecia y Jofre, los cuales sirvieron como instrumentos de sus maquinaciones políticas.
Alejandro VI supo coordinar variadas actividades. Rodrigo matizaba su vocación y su carrera eclesiástica con su tendencia a los variados placeres eróticos. De esta forma, eran conocidos sus amoríos con su hija, Vanozza Catanei, quien fue el amor de su vida (según sus biógrafos).
El hecho más significativo de la vida del Papa Alejandro VI fue el asesinato que cometió a la edad de 12 años. En su España natal, entre juego y juego, el jovenzuelo no vaciló en hundir repetidas veces su arma blanca (como veremos luego, afición que se repite en la familia) en el estómago de otro infortunado niño.

Alejandro VI tuvo diez hijos ilegítimos conocidos. Cuatro de sus hijos los había concebido con Vanozza Catanei, su supuesto gran amor. Sin embargo, ese amor se fue extinguiendo. De esta forma, a la edad de 58 años tomó otra amante, Giulia Farnese, joven de sólo 15 años, famosa en toda Italia con dos motes: uno muy literal “la ramera del papa” y otro más agudo, del orden de la ironía “la esposa de Cristo”.
Alejandro, padeció sífilis, sin embargo no fue esa enfermedad la que causó su muerte. Sucedió durante unas de las tantísimas noches de placer en donde el Papa bebió vino envenenado por error. Trágicamente, las mismas intrigas y poderes que le sirvieron para llevar a la Casa de Borgia a la cima, aseguraron su destrucción, pues todo el poder que los Borgia habían obtenido, inclusive el éxito militar de César Borgia, giraba en torno al Vaticano y por ende dependía de la permanencia de Alejandro VI en el poder, por lo cual con su muerte, la vasta red de condados, principados y territorios que los Borgia habían puesto a sus pies, sucumbió ipso facto, sellando el destino de César Borgia, quien moriría cinco años después en 1507 y sepultando la era de los Borgia y su dinastía.