"LO CURIOSO DE LA VACUNA CONTRA LA GRIPE"
- Patricio Patiño
- 16 dic 2014
- 3 Min. de lectura
MARÍA FERNANDA PANIAGUA
@mferpani
En estos meses fríos se tiende a contraer enfermedades respiratorias, razón por la cual se recomienda ampliamente acudir al centro de salud más cercano para que nos vacunemos, ya que de esta manera habrá menos posibilidades de contraer una enfermedad de esta índole. Lo que resulta ser para algunas personas una verdadera pesadilla, pero el hecho de que nos proteja de contraer una enfermedad es extraordinario.
De ahí surge la pregunta: ¿Cómo se elabora la vacuna contra la gripe? Pues bien, para su elaboración se necesita una cantidad de ingredientes que son indispensables para su correcto funcionamiento, pero lo más sorprendente es el procedimiento que se debe efectuar para comprobar la efectividad.
En primer lugar debemos de recordar que la gripe es un virus y estos se componen de una cápsula proteica que envuelve su material genético y una especie de ganchos que se anclan a las células. En la parte externa de esta cobertura se encuentran las proteínas que actúan como antígenos, es decir, provocan la producción de anticuerpos.

El problema es que hay miles de posibles variantes del virus y cada año puede aparecer una distinta. Por eso, Organización Mundial de la Salud (OMS) consulta a 141 laboratorios de todo el mundo para asegurarse de haber acertado en la vacuna propuesta.
Casi todas las vacunas antigripales se producen en huevos de gallina que tienen entre 9 y 12 días de fecundados, esto es utilizado como método de veracidad y eficiencia de la deseada vacuna. Por lo que el virus vacunal se inyecta en millares de huevos, que luego se incuban durante dos o tres días para favorecer la multiplicación vírica, es decir la propagación de la vacuna.
Posteriormente se extrae la clara del huevo, la cual contiene millones de virus vacunales, y estos se separan luego de aquella. El virus parcialmente puro se destruye con sustancias químicas. Lo que significa que las proteínas del virus se purifican y se obtienen cientos de millares de litros de proteína vírica purificada que constituye el antígeno, es decir, el ingrediente activo de la vacuna.
Para elaborar el mejunje final que puede llevar hasta seis meses, la OMS elige cuatro cepas unos nueve meses antes de la temporada de infección. Dos de ellas son de tipo A (afectan tanto a humanos como a animales) y dos de tipo B (que principalmente atacan a las personas).
Uno de los ingredientes esenciales es el timerosal, un compuesto químico que contiene mercurio y que sirve como antiséptico y antifúngico. Esta molécula no tiene efecto sobre el cuerpo (acaba descomponiéndose), sino que se utiliza para mantener el líquido libre de bacterias y hongos. Resulta especialmente útil cuando la vacuna es multidosis porque la aguja se inserta varias veces en el frasco.
Los científicos extraen después el fluido y lo centrifugan para separar la parte acuosa de los sólidos. Los virus (más densos que el resto de las moléculas) se precipitan primero y se depositan en el fondo del recipiente, de donde se recogen con cuidado. Sin embargo, acaban colándose algunas proteínas en las vacunas.

La gelatina es otro de los componentes. En este caso procede del colágeno animal, concretamente de los cerdos. Su función es mantener el resto de compuestos estables durante el almacenamiento y el transporte. Que no te asuste su origen, no tiene ningún efecto adverso, a no ser que seas alérgico.
Quedan dos moléculas, el formaldehido y el octilfenol etoxilado. El primero facilita el movimiento de las proteínas del virus para que mantenga sus propiedades infecciosas y el último solo sirve para mantener a raya a los lípidos que se desprenden cuando el virus se multiplica.
Resulta interesante conocer la cantidad de huevos que son utilizados en la búsqueda de la vacuna deseada, pero aún más los beneficios que ofrece este gran invento a la humanidad. Recuerda que para tener una buena salud es indispensable acudir a vacunarte para que de esta manera prevengas enfermedades.